jueves, 30 de enero de 2014

GUIA DE SHANGHAI

Ciudad portuaria encerrada detrás de unas fortificaciones inmemoriales, Shanghai era antes de la guerra el triste símbolo de una China enfeudada a las concesiones extranjeras. Hoy, convertida en el escaparate de la China de los negocios, Shanghai se activa y calienta motores, mostrando un desmedido apetito por el lujo y las luces. Flamantes edificios, neones infatigables, el mayor puerto off-shore del planeta, las mejores marcas: la emergencia de esta modernidad sin complejos no ha alterado en absoluto el nostálgico Shanghai de la era colonial. Dos caras opuestas, o quizás más, para una ciudad irresistible, construida a base de contrastes y paradojas.
Pensar en el Bund es soñar con varias generaciones de aventureros. Aquí desembarcaron a principios del s. XX los inmigrantes que vinieron a buscar fortuna a Shanghai, que por aquel entonces era una concesión internacional en la que todo era posible. El Bund (muelle) ha sido transformado en una explanada enlosada, rodeada de tiendas de grandes firmas, siempre abarrotado de gente y muy animado. La herencia del pasado queda plasmada en los grandes edificios neoclásicos de los años 1940 y en las incongruencias inspiradas en la Antigüedad, y donde se realizaban ya las transacciones de bolsa.
De la plaza del Pueblo sale la calle peatonal Nanjing y sus 5 km de histeria mercantil. En esta plaza y en el cuidado parque aledaño se dan cita el ayuntamiento, el Museo de Shanghai, el Museo de Urbanismo, la Ópera y el vítreo Museo de Arte. Todos los miembros de este impoluto y aséptico conjunto rivalizan en modernidad. Cerca del estanque del parque hay un rincón secreto que nos ofrece una vista fantástica.
El magnífico Museo de Shanghai merece un día completo, por lo menos. Una arquitectura moderna (1994), cuya estructura es un elogio hacia la Tierra y el Cosmos, una museografía diáfana y luminosa resaltan las impresionantes colecciones que hacen un recorrido por toda China desde sus orígenes. El museo está organizado en torno a tres temas: la colección de bronces (s. XVIII a.C.-s. III d.C.), la colección de cerámicas y una galería de pinturas en la que están representadas todas las corrientes y escuelas.
La antigua concesión francesa se visita caminando. Aquí todo es lujo, tranquilidad (relativa) y voluptuosidad. Barrio elegante desde sus inicios, a principios del s. XX, se ha convertido en un lugar de tendencia, donde se dan cita restaurantes de gama alta, bares, discotecas y zonas comerciales con las mejores tiendas. Avenidas a la sombra de los plátanos y un patrimonio excepcional que incluye las más bellas residencias coloniales de Shanghai: en este enclave residencial convergen elegancia, tradición y modernidad.
El Hotel de la Paz fue edificado en 1929 por el acaudalado Victor Sassoon con las ganancias del comercio del opio. Diseñado por los arquitectos más prestigiosos de la época, Palmer y Turner y coronado por una torre piramidal de cobre que nos ofrece una vista de 360°, este fantástico edificio art déco albergó un lujoso hotel del que el actual restaurante Dragon Phenix perpetúa la memoria. Desde el vestíbulo de entrada hasta el salón de baile, es toda una explosión de refinamiento: estucos, magníficos revestimientos de madera, lámparas monumentales, vidrieras historiadas y obras de Lalique.
Manifiesto del gobierno nacionalista chino posado en medio de las concesiones occidentales, el Banco de China (1937) adapta majestuosamente el concepto del rascacielos a las referencias locales: tejado piramidal de picos curvados y sostenido por un entramado de vigas, ventanas con claraboyas diseñadas con motivos geométricos tradicionales, dragones custodiando la entrada... Fue proyectado con una altura de 33 pisos, pero los planos iniciales no pudieron resistirse a la influencia de Victor Sassoon, que no quería que le hiciera sombra al Hotel de la Paz. Al final se quedó con 16 pisos.
Pasear por el Bund es como hojear una edición de preguerra del anuario mundial de la Banca. No hay un solo inmueble que no haya albergado sus buenas cajas fuertes; éste en concreto fue construido en 1923 para el HSBC (Hong Kong & Shanghai Banking Corporation). Su arquitectura interior es una maravilla: mosaicos, frescos, magnífico mobiliario, lámparas típicas de los Años Locos, etc. Hoy este suntuoso edificio lo ocupa el Shanghai Pudong Development Bank.
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i>Los habitantes de la ciudad se sienten muy orgullosos de su jardín Yu, y no les falta razón. Vienen aquí a descansar a orillas del riachuelo o a la sombra de una vegetación frondosa y cuidada, donde las especies más exóticas se codean con venerables bonsáis. Trazado en el s. XVI, el jardín se caracteriza por sus magníficas perspectivas, compuestas por prados y glorietas con preciosas puertas. Haga un alto en la casa de té (s. XIX), la Huxinting, toda una institución a la que se accede gracias a un puente de nueve zigzags, para dejar atrás los espíritus malignos.
Un toque francés en pleno corazón de Shanghai: esta ópera, inaugurada en 1998, fue proyectada por el arquitecto Jean-Marie Charpentier, y su inmenso telón lo debemos al pintor Olivier Debré. La arquitectura pretende rendir homenaje a la Tieera y al Cosmos, de ahí la maciza base cuadrada (en China el cuadrado simboliza nuestro planeta) y la esbelta cúpula (el círculo representa el cielo). Hay que verla iluminada por la noche.
MAPA DE SHANGHAI CON ATRACCIONES

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